Nuestros ojos se ha atrofiado y son incapaces de ver a Dios en las cosas. Aun así, todo lo sagrado que un día existió para dar sentido al hombre, sigue latente bajo las figuras del presente, mostrando sus destellos de verdad a través de formas eternas manifiestas en gestos inconscientes; ajenos a la consciencia material del mundo. Es por esto que la revolución de un nuevo arte sagrado se llevará a cabo a partir de los ojos de los artistas sensibles a las hierofanías.
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