Visiones Ópticas. Fotografía más Allá de los Sentidos

La fotografía, desde su invención, ha sido entendida como un acto de capturar lo visible, pero también de interrogar lo invisible. Como artista óptico, me intriga la relación entre la mente, los medios ópticos y los materiales fotosensibles, y cómo esta interacción evoca la función primigenia del arte en la antropología más atávica del hombre: un medio para trascender la realidad inmediata y acceder a lo espiritual, lo simbólico y lo inconsciente.

La fotografía es un medio para trascender la realidad inmediata y acceder a lo espiritual, lo simbólico y lo inconsciente

Retrato. Román Perona

El arte, en sus formas más ancestrales, sirvió como herramienta ritual para plasmar lo que la experiencia cotidiana no podía aprehender: espíritus, fuerzas invisibles, memorias colectivas. Las pinturas rupestres, los ídolos tallados y los rituales performativos eran actos de mediación entre el mundo tangible y el intangible. La fotografía, especialmente en su dimensión parapsicológica, parece heredar esta función. La Extra Sensory Photography (ESP) propone que la mente humana, como un chamán moderno, puede proyectar visiones internas sobre medios fotosensibles, capturando no solo lo que se ve, sino lo que se intuye, se recuerda o se imagina.

Ted Serios, con su capacidad de plasmar pensamientos en película, recuerda a los antiguos rituales de evocación espiritual, donde el arte funcionaba como canal de comunicación con otras realidades. Semyon Kirlian, al registrar campos energéticos, sugiere una visión animista de la realidad, donde todo ser vivo emana una esencia perceptible más allá del ojo humano. Tomokichi Fukurai, al investigar la impresión de pensamientos en material fotográfico, abre preguntas sobre la relación entre mente y materia, evocando las prácticas de las culturas ancestrales que creían en la capacidad del pensamiento ritualizado para alterar el mundo físico.

Divine Instant polaroid

Si la mente es una fuente luminosa capaz de impresionar materiales fotosensibles, entonces el acto fotográfico se transforma en un ritual moderno

Divine Instant #4. Román Perona

Desde una perspectiva filosófica, este fenómeno dialoga con ideas de Walter Benjamin, quien cuestionaba la pérdida del aura del arte en la era de su reproductibilidad técnica. Sin embargo, la ESP sugiere una paradoja: la tecnología fotográfica, lejos de despojar al arte de su aura, podría reactivar esa dimensión mística al capturar lo inasible. En este sentido, la cámara se convierte en un objeto ritual, análogo a las herramientas chamánicas, capaz de registrar no solo la luz, sino también las huellas psíquicas.

El cine, la fotografía y otros medios ópticos han dependido de la luz como agente de registro. Pero si la mente humana es también una fuente luminosa, capaz de impresionar materiales fotosensibles, entonces el acto fotográfico se transforma en un ritual moderno, donde el artista no solo observa, sino que proyecta y transforma. T.C. Lethbridge, al sugerir que los fantasmas son proyecciones mentales atrapadas en el entorno, me lleva a preguntarme si la cámara, en manos de un fotógrafo sensible, puede actuar como catalizador de estas proyecciones.

La historia del arte está repleta de ejemplos donde la percepción sensorial se amplifica para capturar lo invisible. Las prácticas animistas de las tribus primitivas, los iconos religiosos medievales, y las exploraciones surrealistas del siglo XX comparten un impulso común: representar lo que no se ve. La ESP, en este contexto, aparece como una extensión contemporánea de ese impulso ancestral. William Hope, con sus imágenes espectrales, no hacía sino prolongar esta tradición, sugiriendo que el acto fotográfico podía invocar presencias ocultas. Susan Hiller y Masao Yamamoto, en sus trabajos, exploran esa misma inquietud: la fotografía como un umbral hacia lo intangible.

La fotografía, como acto creativo, es un espacio de incertidumbre.

Retato. Román Perona

Mi propia práctica artística se sitúa en esta intersección. Me pregunto si la cámara puede evolucionar hacia un medio más sensible, capaz de registrar no solo la luz visible, sino también las vibraciones cognitivas, las memorias latentes, las emociones que flotan en el espacio. Imagino un futuro donde la fotografía no solo documente la realidad exterior, sino que revele la realidad interior del artista y del sujeto, fusionando ambos en una imagen que trascienda las limitaciones de la percepción convencional.

La fotografía, como acto creativo, es un espacio de incertidumbre. Cada imagen es una pregunta, un intento de capturar lo que escapa a la mirada fugaz. Al igual que el arte primigenio buscaba entender el mundo a través de símbolos y rituales, hoy la fotografía parapsicológica puede convertirse en una herramienta para explorar los límites de la percepción y la conciencia. La evolución de mi trabajo se orienta hacia esta frontera: un espacio donde la cámara se transforme en un dispositivo de exploración cognoscente, capaz de registrar no solo lo que el ojo ve, sino también lo que la mente percibe, sueña o teme.

En este camino, el arte deja de ser una simple representación para convertirse en una experiencia fenomenológica, donde la realidad y la subjetividad se entrelazan. La fotografía, entonces, ya no será solo un testigo del mundo, sino un agente activo en la construcción de nuevas formas de conocimiento. Esta posibilidad me impulsa: buscar en cada imagen no solo un reflejo de lo visible, sino un eco de lo invisible, de lo que siempre ha estado ahí, esperando ser visto.